Tapón amarronado de unos 24mm. de diámetro y unos 5 cm. de largo aunque no encierra ningún misterio su fabricación, proviene de la corteza del Alcornoque. Tiene además de elasticidad y resistencia, que es flotante e impermeable, se amolda con facilidad, resiste cualquier presión además de su principal característica de inputrefacción y adherencia, cualidades indispensables para la conservación del vino en la botella.
El proceso se inicia con el descorche del Alcornoque. Una vez que la corteza alcanza los 30mm de espesor se obtienen las planchas, se apilan y se dejan reposar en el campo. Luego se hierven en autoclaves o calderas de acero inoxidable. Allí permanecen durante una hora y se vuelven a dejar en reposo para que el corcho pierda la media caña dada por el agua.
El proceso continua recortando y dividiendo las planchas según su calidad, cada uno tendrá distintos usos.
Luego se las divide en bandas o rebanadas y por ultimo con sacabocados se obtienen los corchos. Un paso importante es la desinfección mediante un lavado y esterilizados para que no transmitan olores, sabores ni sustancias contaminantes al vino.
Antes de salir al mercado, algunos cochos son parafinados o siliconados, proceso que sirve para mantener la humedad y flexibilidad adecuada como para facilitar la inserción y extracción de la botella. Además sirven para llenar los poros o las raspaduras que hayan quedado en el pico de la botella. La ventaja de la silicona es que no se derrite bajo ninguna circunstancias y resulta mas inocua que la parafina. Según su composición existen diversas clases de corchos, los encontramos hechos de aglomerado, o sea de corcho molido y prensado de una sola pieza, mixtos como en algunos champagnas (aglomerados en la parte superior del hongo y de una sola pieza que esta en contacto con el líquido. Para vinos finos o de guarda se usan corchos con distintos controles de calidad. Hoy vemos muchos vinos con tapones de plástico que se usan para vinos de alta rotación. Varios estudios muestran que dejan rastros de productos químicos al vino como la dioxina. Antes se creía que estos corchos no absorbían vino pero se comprobó que absorben más que el corcho natural.
Dentro de la topología de los tapones encontramos los corona y a rosca, el primero se usa con éxito en tapón de segunda fermentación en champagnes, ya que tiene un disco de corcho que protege a la bebida de contactos indeseados con la superficie metálica de esta tapa y lo protege del oxigeno. El segundo se usa para botellas más pequeñas de uso rápido. En Francia se lo usa mucho para los blancos, aquí en Argentina son muy pocos los que se atreven a usarlo.
Con respecto a la calidad del corcho, haciendo un consenso entre distintos fabricantes, podemos decir que encontramos nueve categorías. El corcho flor es el que no tiene fisuras bien compacto y de producción limitada solo a vinos de alta gama. Extra muy pocos defectos no superan el 3%. Compactos, pueden tener marcas que no llegan a ser fisuras es el primer nivel de los fabricados en cantidad. Superior con pequeñas imperfecciones que no llegan a ser graves y no superan el 7%, su porosidad es densa aunque el tamaño de los mismos es claramente visible, se destina a vinos de calidad de gran consumo aunque no masivos. Y segunda, tercera, cuarta, quinta y sexta, son de baja calidad, de todas formas no hay legislación al respecto.
El Alcornoque es un árbol perennifolio de la familia de de las fagáceas. Es muy longevo, su madera es durísima y se reproduce muy bien en la costa del mediterráneo. Un árbol tarda cuarenta años recién en dar su primera producción, esta es de muy baja calidad, entre cosecha y cosecha debe esperarse entre nueve y diez años. Anualmente la industria mueve más de 250000 toneladas de tapones. Los principales países son Portugal con el 56%, España 30%, mucho menos producción en Marruecos, Tunes, Argelia, Cerdeña, Francia e Italia.
Derecho de Autor, Expediente Nº 465291